viernes, 26 de octubre de 2007

El insoportable sabor del croazán

Haciendo cuentas, en el año que Áluna lleva tocando nos hemos comido entre todos, más o menos, unos 54 crozanes acompañados de tutti frutti. Este ha sido el pago por los conciertos. Es decir que, según esto, innumerables horas de ensayo se pagan con un pedazo de pan con queso y algo de agua saborizada.

Ahora, cada que veo uno de estos alimentos franceses que abundan en nuestras panaderías de barrio, no puedo sentir otra cosa que hastío. Dios mío (grito al cielo), líbrame del croazán.

La culpa de todo esto es de parte y parte. O sea, de parte de los organizadores de conciertos, para quienes una banda de rock es un plato de relleno del evento. Y de parte de las bandas de rock, que ansiosas por tocar no les importa el pago. Un croazán con gaseosa en más que suficiente, dicen agradecidas.

El problema es cuando esta idea se difunde. Cuando uno lleva unos 10 conciertos en lo mismo y el panorama no parece cambiar.

Insisto: una junta de acción comunal o una corporación cultural decide organizar un evento. Asegura sonido, asegura tarima, asegura convocatoria, y todo esto tiene un costo importante. Jamás he escuchado que al dueño de equipos de sonido le paguen con un refrigerio. No, a él le pagan con dinero líquido, uno tras otro los billeticos en la mano. Lo mismo con la tarima y la convocatoria. Y al grupo, que es el centro del show… ya saben.

Lo lamentable es que el mismo grupo acepte este juego y quede contento sólo por tocar. Eso está bien una vez, dos veces, por una causa justa. ¿Pero siempre?

Casi desde sus inicios la Revista Música ha trabajado en la campaña Por un músico bien pagado, y ya es hora de que los roqueros nos sumemos a ella. Porque curiosamente el mal pago se ve mayoritariamente con las bandas de este género. O ¿cuándo han visto mariachi tocando gratis, a un grupo de música tropical?

Este asunto no se trata de dinero simplemente. Se trata del profesionalismo con que asumamos nuestra labor como músicos. Ser músico, más allá de la calidad interpretativa con que se ejecute un instrumento, es ser sinceros con lo que tocamos. De alguna forma, es una actitud, una posición hacia la vida. Decir que nuestra vida es equiparable a un croazán con titti fruti sería como pensar que somos limosneros, y ellos, los todopoderosos organizadores de conciertos, unos ricachos altruistas que con migajas alegran nuestras patéticas vidas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no al croazan, vox populi, att: el batero,
o almenos qu se varie la dieta por pato de queso o empanada

Anónimo dijo...

no al croazan dijo el amigo roscon. att: camilo jaramillo