viernes, 28 de marzo de 2008

Los monicongos de la Kole

Los monicongos de la Kole nacieron en Perú, en medio del exotismo del Machu Picchu y las profundidades místicas del Cusco. Quizás, ya venían en su mente desde la temporada en que vivió en México y conoció la multiculturalidad de este país, su colorido, el sabor picante de todo. Pero fue en Argentina donde los monicongos, gracias a las enseñanzas de Male, adquirieron vida propia.

Sé que todo esto que digo suena enredado, saltando de un país a otro, pero así fue. Los monicongos de la Kole son una especie de animalitos pintados en acuarela que se parecen en algo a los criptogramas de los incas, aunque tienen mucho del color de los aztecas. Son una familia innumerable que la Kole va pintando sin darse cuenta, en libreticas que le duran menos de un mes y que terminan guardadas en cajones de su casa en Santo Domingo, el pueblete frío, feo y faldudo de ya saben quién.
Para nuestra fortuna, los monicongos saltaron del pincel y se fueron instalando, uno a uno, en las carátulas de nuestro primer demo (hace un año ya). Y ahí quedaron: 87 en total, todos distintos. Algunos más bellos que otros, es posible, pero todos particulares.

Mucha gente compró el cd no por la música, sino por ellos, los monicongos. Les parecían tan raros y originales que querían uno. ¿Dónde quedaron repartidos, entonces, esas 87 acuarelitas diferentes? No tengo idea, acaso sé que vendí uno o dos a mis amigos. Pero los demás, supongo, están por ahí, regados por la ciudad, algunos perdidos entre montañas de cds y otros valorados como lo que son: una pequeña obra de arte.

La Kole nos los regaló a cambio de nada. Tardó días en pintarlos todos y sin embargo no pidió ni un solo peso por ellos. Desde entonces muchas otras personas le han ofrecido ayudas al grupo sin esperar compensación. Es allí cuando reafirmo aquel dicho popular que dice que es mejor tener amigos que plata. Es cierto. De no ser por ellos (los que no se pierden conciertos como Alejandro y Sandra, los que ayudan en la promoción como Juliana y Fabio, los que colaboran como músicos invitados como Felipe, los que abren espacios para toques como Umaña, los que prestan amplificadores como Alexander, los que se montan en el cuento de los video clips como El Saya, Juan Miguel y Diego, los que realizan los diseños gráficos como Alonso, los que tocan con nosotros como los Bizarro, los que critican la música con altura…), de no ser por ellos, digo, ¿qué sería de Áluna?

martes, 11 de marzo de 2008

El paraíso Sade

De cada veinte mensajes que llegan a nuestro correo electrónico, 18 de ellos son de contenido pornográfico, uno más contra Chávez y otro de algún desconocido invitándonos a hacer parte de Facebook.

Como verán, son casi nulos los comentarios a la banda –qué le vamos a hacer- pero nos queda el consuelo de tantas fotos caseras de mujeres desnudas que se suman a diario a nuestra bandeja de entrada.

Todo esto se debe a grupo cuasi secreto, al que no sé quién nos inscribió, y que nos suministra pornografía legal para alegrar las soledades. Se llama el Pander Club, nació en Medellín, y quien lo creó seguramente no imaginó que su guachafita de enviarle correos calientes a sus amigos terminaría creciendo tanto.

Cada día, el Pander gana más adeptos que una iglesia cristiana. Al parecer, cada quien tiene en su computador personal alguna rareza sexual en imágenes que vale la pena que otros conozcan.

Y no voy a entrar aquí en disquisiciones sobre la pertinencia de la pornografía en un mundo tan cargado de problemas serios, ni mucho menos sobre el trato a la mujer o sobre la ingente cantidad de dinero que mueve la industria del sexo. Lo que el Pander envía es, como dije, pornografía legal, sin menores de edad involucrados ni atropellos más allá que los envistes de la relación carnal. Además, hay que reconocerlo: resulta más atractivo un mensaje del Pander que las peleas bobaliconas de Uribe-Chávez-Chávez-Uribe o esas fábulas con música de Vivadi que nos llaman a cambiar el mundo. El mundo, señores, no va a cambiar. Y para soportar eso está la pornografía.

Gracias al Pander nos hemos enterado de las extravagancias sexuales de Britney, de la cruzada de piernas sin calzones de Laura Acuña y de las maratónicas acrobacias de Angie Cepeda, por sólo mencionar los mensajes que tienen que ver con famosas.

Este club nos mantiene al tanto de las producciones triple equis colombianas, y de las muchas extrajeras. Aunque muchos mensajes no valgan la pena, algunos de ellos son tan curiosos y amateur que en verdad resultan estimulantes.

Y no seamos mojigatos, que así como se le da la Cruz de Boyacá a tantos lagartos que no se la merecen, deberían entregar un reconocimiento de estos a proyectos que, como el Pander, sólo buscan distraer la mirada de los millones de voyeristas que habitamos este mundo.

Así que mientras alguno de ustedes se digna a escribirnos, seguiremos con el consuelo –no menor en todo caso- de la pornografía. Porque hay que decirlo: de no ser por el Pander –ya que casi nadie nos escribe- no abría nada que ver en nuestro correo.

martes, 4 de marzo de 2008