domingo, 30 de octubre de 2016

Los Demos

Voy a decirles algo, amigos músicos: publiquen sus canciones cuando estas signifiquen algo para ustedes. Quiero decir: no dejen pasar mucho tiempo. Decanten, sí; corrijan, sí; traten de que sea el mejor producto posible; pero no las dejen añejar hasta el punto de la indiferencia. Porque las canciones, como los escritos, llegan a un momento en que son un asunto del pasado, algo que quizás ya no nos represente. Y cuando las publicamos, lo hacemos por cierta nostalgia o curiosidad, pero no por el fuego que significó crearlas.
¿Me explico? Hay un momento en que la canción, recién hecha, te hace sentir que es La Gran Canción –quizás lo sea– pero nos quedamos esperando a El Gran Productor que la descubra o a El Gran Estudio donde pueda ser grabada con la calidad que se merece, y eso no siempre pasa. Y la canción se enfría, comienza a oler a naftalina, y cuando alguien la escucha la presentamos como “un arrebato de mi adolescencia”, “una rareza de los primeros días de la banda”.
Habrá unas que pasen la prueba y otras que se queden en el camino, pero no habremos pecado de reserva esperando y esperando. Todo esto lo entendió mejor el escritor argentino Hernán Casciari, que hacía literatura en directo y que publica sus cuentos recién escritos para recibir los comentarios cuando verdaderamente le importan. Es decir, cuando lo que acaba de escribir significa todo para él.
Todo esto para presentar el siguiente EP, que recoge algunas canciones viejas de la banda. ¿Por qué no las mostramos a la gente en su momento? Supongo que por esperar ese gran productor del que les hablaba. O por creer que con el tiempo las tocaríamos mejor, qué sé yo. Y con el tiempo nos dejaron de interesar, pasamos a otras canciones, llegaron otros músicos y ya ni siquiera las tocamos, o rara vez las tocamos. Y no entendimos que ese primer momento era el momento de esas canciones, que ese sonido sucio y esa grabación regular era la forma en que debían ser registradas, porque hay algo en el hálito inicial de las creaciones que no se consigue luego. Hay un fuego interno en lo primigenio que a veces vale más que el pulimiento o lo superproducido.
Por eso, ahora que las vuelvo a escuchar, me gustan: porque son imperfectas pero honestas; torpes pero originales. Sí, “son una rareza de los primeros días”, algo que no representa el sonido de la banda ahora. Por eso debimos presentarlas así, imperfectas, cuando recién las grabamos. Pero hay cosas que uno tarda años en comprender.
En cualquier caso, ahí están, y esperamos que las disfruten.