martes, 29 de agosto de 2017

Gorki en su fiesta anticastrista



Como este mundo es de contradicciones, Gorki Águila (músico, disidente, cubano) se llama así, como el escritor ruso autor de La Madre.
Como este mundo es de contradicciones, su papá es (o era, no sé) pro-Castro, y su mamá anticastrista.
Como este fregado mundo es de contradicciones, aunque Gorki se podría ir de Cuba y dejar atrás la opresión (él, que ha estado en la cárcel dos veces, que no lo dejan tocar en la isla, que lo vigilan), no se va. Que se vayan ellos, los Castro, bien lejos. ¿Por qué él?
Me pregunto en qué andará ahora ese cabrón, cómo estará fastidiando al sistema. Porque Gorki, en Cuba, fastidia; al gobierno, sobre todo, y hasta a otros roqueros. Desde el nombre de su banda, Porno para Ricardo, en un país donde la pornografía está prohibida y donde ser individuo (pesar por sí mismo) pareciera que también.
Pero no quiero hablar de política, que se me amarga el café. Quiero hablar de una banda que en contra de todo sigue tocando.
Porno para Ricardo podría tener varios récords. Uno, el del concierto más corto (El Balconazo: ni media canción antes de que los vecinos les cortaran la luz y les mandaran la policía); dos, el de ser la banda más activa que menos toca (ningún organizador de conciertos en La Habana se atrevería a ponerlos en sus escenarios por miedo a las represalias); y tres, ser una de las más perseguidas (por sus letras, por su imagen, por aquello que allá llaman diversionismo: ser buenos para nada, burlarse de todo).
Aún así, Porno para Ricardo tiene siete discos (otro récord para el rock en Cuba), algunos grabados en su estudio casero (La Paja Recold) con un sonido punk anal-quista, cargados de acidez y gracia. Con letras así: El coma andante quiere que yo lo aplauda después de hablar su mierda delirante. No, coma andante, no coma tanta pinga coma andante. O así: A mí no me gusta la política pero… yo le gusto a ella, compañero. O así: ¿Sabes tú cómo joder a un comunista? Se coge un spray en la fachada de su casa, Abajo Fidel, se pinta.
Ahí están, en Youtube, las canciones, los álbumes, para que los busquen, y están las entrevistas y los comentarios de lado y lado. Insisto, ya sin fuerzas, que en los intríngulis políticos no me quiero meter. Lo que quise decir, lo que me maravilló de Gorki aquella tarde en La Habana en que lo conocí, es esa testarudez suicida por seguir tocando. A veces, en contra de todo. Sin recursos (grabando sus discos en un Pentium III), diciendo no, componiendo canciones, y ante todo riendo. Contra la opresión, la risa. Así lo recuerdo: Gorki, cagado de la risa, con la nevera vacía, en el apartamento que le dejaron sus padres, en su fiesta anticastrista.


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