No hablo de Axel Rose escupiendo insultos sobre Slash ni de Noel Gallagher diciendo que la razón por la que no mataba a su hermano era que no quería ver llorar a su mamá; esas son las grandes ligas, digamos. Solo que en las pequeñas (estas banditas de barrio que germinan de la nada) la cosa es igual. “Con el número dos nace la pena”, dice un poema. Es más: a veces solo hace falta que haya uno (uno mismo contra uno mismo) para que exista el conflicto.
Estoy siendo abiertamente oscuro. Por esta
vez me voy a censurar. Porque se trata de un tema espinoso, molesto: cuando dos
integrantes de una banda llegan a insultarse. Hay casos en que llegan a los
puños, pero este no lo fue. Aunque las palabras son como puños más fuertes y
las heridas que dejan duelen más.
Eso fue lo que pasó y no me pidan claridades.
Diré tan solo que es triste, denso, ofensivo, y que marca una ruptura
definitiva de la que difícilmente se salva una banda. Por lo menos en este caso
no es muy clara la redención. Es el fin, the end, como la canción de The Doors: “Of
our elaborate plans, the end”.
Faltan cosas, no crean. Canciones, videos: el
último grito. Pero llegados a este punto (blablabla contra blablabla,
hijodeputa maricón) la grieta parece un océano insalvable. También debo decir
que me gusta el melodrama, lo cual es una luz.
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