No sé a ustedes, pero yo siento
que la soledad me regala una visión tremenda de las cosas. Como si mirara el
mundo desde la tras escena y pudiera analizarlo con cabeza fría. De repente
estoy en un bar –solo, obviamente– y veo las parejas que conversan o se besan,
y todo me parece tan vacío, tan elemental. Claro, pueden decir que es simple
coraje por estar solo, pero yo digo que es algo más. Como si de repente tu
tercer ojo se abriera y todo lo vieras más claro, y reflexionas sobre tantas
cosas de un modo tal como nunca lo habías hecho. El resultado de todo eso es
más soledad, porque a nadie le gusta la gente que ve y que abre la boca para
escupir verdades. De todas formas hay algo de bueno en todo eso, una pérdida de
la inocencia, un regustillo de veneno en tu boca.
En fin, yo seguí solo, cachondo,
con el tercer ojo abierto, y los días pasaban. La pasaba más mal que bien, pero
la pasaba. No iba a suicidarme, por lo menos. Por aquellos días encontré un
poema que de todas formas me sirvió de consuelo. Aquí lo tengo en una hojita, y
voy a leérselos, si me permiten:
Primero
está la soledad.
En
las entrañas y en el centro del alma:
ésta
es la esencia, el dato básico, la única certeza;
que
solamente tu respiración te acompaña,
que
siempre bailarás con tu sombra,
que
esa tiniebla eres tú.
Tu
corazón, ese fruto perplejo, no tiene que agriarse con tu sino solitario;
déjalo
esperar sin esperanza
que
el amor es un regalo que algún día llega por sí solo.
Pero
primero está la soledad,
y tú
estás solo,
tú
estás solo con tu pecado original -contigo mismo-.
Acaso
una noche, a las nueve,
aparece
el amor y todo estalla y algo se ilumina dentro de ti,
y te
vuelves otro, menos amargo, más dichoso;
pero
no olvides, especialmente entonces,
cuando
llegue el amor y te calcine,
que
primero y siempre está tu soledad
y
luego nada
y
después, si ha de llegar, está el amor.
¿Qué
tal, ah? Una cosa sí me quedó clara luego de haber vivido todo ello: el amor es
concreto, nos hace concentrarnos en un solo punto, encerrarnos, bastarnos entre
dos. La soledad abre la mirada, hace ver más allá, como en vista telescópica.
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