Lo de Combustiones espontáneas nació de a
poco. Primero fue la forma en que comenzamos a llamar a ciertas canciones
rápidas, divertidas, que hacíamos por pasar el rato. Luego fue un nombre
tentativo que llegó a tener la banda. Finalmente fue toda una propuesta para un
concierto desquiciado.
Al final terminó siendo un poco de todo eso:
concierto, canciones, un momento de la banda.
Se trataba de decir todo lo que pensábamos
sobre la vida en pareja, el amor, el sexo, la soledad. Cada fragmento de la
presentación debía girar sobre uno de esos temas y abrirle paso a una canción. Fueron
once partes en total, cada una independiente en cierta forma pero apuntando
hacia un todo: la historia de un personaje que ama y odia y está solo, picha y
se masturba, mira el mundo desde la trasescena y aprende que la soledad es una
escuela de formación sentimental.
Un divertimento en primer lugar. Un juego que
ganó seriedad a partir de que ganáramos un estímulo a la creación para realizar
este montaje. Entonces vino la necesidad de conseguir un actor, un director y
toda la logística del asunto.
Apareció Juan Diego, Felipe, y la cosa fue a
otro precio. Ellos, duchos en las artes escénicas, le dieron a nuestras ideas
el ingrediente de delirio que inicialmente no tenían. Explotaron el absurdo, lo
ridículo, incluso lo cursi, para cargar la propuesta de humor y hacerla un poco
más liviana.
Fueron tres meses de ensayos. Pocos para una
obra así, pero de una intensidad como nunca habíamos vivido dentro de la banda.
Aprendimos sobre escenarios, discutimos un montón, nos desahuciamos muchas
veces y volvimos a llenarnos de fe. En cualquier caso, lo hicimos: montamos una
obra de teatro, o concierto teatralizado, o stand concert, o lo que fuera, que
no se parece a muchas cosas que hayan hecho las bandas de rock en Medellín. No
estamos diciendo que hayamos sido muy originales, ni que la obra sea un éxito o
un homenaje a la inteligencia: tan solo decimos que lo hicimos, que este fue
nuestro aporte, y que estamos contentos por haberlo hecho.
Llevamos ya dos temporadas, una en Castilla y
otra en el centro. La próxima será en Manrique, en el marco de la Fiesta de las
Artes Escénicas, en Casa Clown, el 28 y 29 de agosto, a las ocho de la noche.
Volveremos a combustionar entonces; volverá J. con sus historias alegres y
tristes, procaces, inocentes; volveremos a sentir, por un momento, que estamos
haciendo arte. Por lo pronto, mientras llegan esos días convulsos, cada viernes
podrán encontrar aquí un fragmento de la obra, para que quede de memoria y para
que sepan de qué trata todo este cuento.
Y que crezcan las llamas de esta combustión.
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