No conozco un grupo de rock colombiano que despierte tanta nostalgia como Bajotierra. Primero por sus discos, en especial, desde luego, por Lavandería Real. Y segundo por sus conciertos: desde uno a principios de los noventa en la Casona de Envigado hasta otro en el Parque San Antonio en el que Camilo Suárez se lanzó al público pero nadie lo recibió. Y muchos, muchísimos más. Leer su página en Facebook es eso: encontrarse con comentarios nostálgicos de lo que fue Bajotierra, de lo que significaron canciones como Las puertas del amor o Slam Dance y de lo que, snif, fue una época gloriosa para el rock nacional.
Por eso, cuando después de diez años de receso anunciaron un nuevo álbum la expectativa fue mucha. El problema es que la mayoría esperaba una especie de Lavandería Real 2 y de eso hubo muy poco. Casi nada. Entonces, para muchos vino la decepción. Sobraron comentarios como que Bajotierra ya no tenía el mismo estilo en la composición, que las voces parecían de ultratumba, que ya no habían trompetas, y un larguísimo etcétera en el que lo que quedaba claro era que Bajotierra ya no era igual.
Lo cual es completamente cierto: Bajotierra ya no es igual. En primer lugar, porque ya no está el hilarante Camilo Suárez, vocalista principal del Lavandería Real. Ya las canciones no son tan festivas ni las letras cuentan historias como en Jimmy García, ya no hay influencias de la salsa como en Las puertas del amor ni una canción acústica tipo El pobre.
No es igual Bajotierra, es verdad. Estos tiempos tampoco lo son. Pero, digo yo, no es para echarse a llorar.
Por una razón de peso: Los días adelante, el último disco de la banda, es muy bueno. Distinto, claro, con otra poesía y otro estilo. Es, me da la impresión, un álbum muy de Lucas Gingue, vocalista en el primer álbum de la banda y vocalista en Los días adelante. Son letras más crípticas, pero que evocan imágenes inquietantes (“¿Y si cada movimiento produce ondas en el cemento que te llevan lejos?”). También hay canciones dulces tipo Vigilante: “Vos sos mi tiquete ganador/ aquí en la tierra sos mi misión/ y si de lágrimas hacés un mar/ en ése es que yo me quiero ahogar”. Y bailables, aun sin trompetas, como Killer monkeys: “Aquí están/ otra vez/ y no van a parar/ de hacer ruido/ toda la noche/ se quedan así/ es lalalalá”.
Un álbum que sigue siendo urbano, con guitarras rítmicas y voces sobre dobladas. Más íntimo, de alguna forma. Menos colorido y más oscuro. Se podría decir –y ahí me perdonarán la rima- mucho más maduro.
Diez años no pasan en vano, y si bien el Lavandería Real sigue siendo para muchos el mejor álbum de la música rock colombiana, Los días adelante no defraudan. Simplemente hay que escucharlo un poco más: no es tan impactante de entrada, pero al rato, señores, sí que comienza a gustar.
Por eso la invitación es clara: www.myspace.com/losdiasadelante
3 comentarios:
Coincido en cada letra de su post, gracias por expresarlo tan bien. :)
SLM
Hola, me permito cariñosamente hacer una precisión, y es que el concierto donde Camilo se lanzo al público no fue en el parque San Antonio, sino en la plaza de toros La Macarena, en un concierto titulado "12 horas por la vida." Mil gracias....Y Aguante Bajo Tierra!!!!!!!!
yo no nací en el momento adecuado para haber disfrutado de esos conciertos, pero aún asi me inspiran nostalgia, recuerdos de la niñez, me brillan los ojos escuchando esta banda, muy bueno lo que escribiste, gracias.
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