miércoles, 13 de junio de 2018

Nada en que creer


A Óscar no le gusta que le pregunten por sus letras, y hasta razón tendrá. Supongo que a Cerati tampoco le hacía gracia andar explicando sus imágenes enrevesadas. La poesía –y en este caso meto a las letras de las canciones ahí– suele perder brillo cuando la pasamos por el cedazo del raciocinio. A veces lo mejor de lo que decimos es lo más inexplicable.
Sin embargo me sorprendió cuando dijo en una entrevista que esta canción era sobre alguien que se suicidaba. Todos, desde siempre, la habíamos creído una canción de amor. No faltó el que se la mandara a su chica con un mensaje cargado de corazones. Lo interesante es que, al revisarla, tiene sentido: trata sobre alguien que deja su cuerpo, alguien a quien ya no le queda nada. Tampoco desmentiría a quien diga que es una canción de despecho.
Yo, que soy hijo de Descartes, me alegro cuando me sacan de mis parámetros. Y si algo le agradezco a esta banda es eso: cuando yo decía do mayor, ellos proponían un si bemol disminuido. Si yo proponía una fábula simple como La rebelión en la granja, Óscar salía con una canción inexplicable como Nada en que creer. Hay que desacomodarse para abrir los ojos.
Me entristece un poco la escasez de reproducciones, aunque era de esperarse: una banda que no toca en vivo es una banda muerta, y esta banda, parece, ya no tiene la menor oportunidad de tocar. Pero me entristece porque es una canción buena, quizás la mejor mezclada del álbum, con la voz de Fernando más acomodada a su registro. De todas formas, ¿qué quería? ¿Una lluvia de comentarios en Facebook? ¿Un montón de retuits? Como alguien que deja su cuerpo, es la consecuencia de morir.

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