Sin imágenes poéticas, con una redacción escuelera y una puntuación vergonzosa está escrito el libro I.R.A. La antilenyenda. Ante esto sólo se me ocurre lanzar un veredicto: ¡Maravilloso!
Porque si bien la edición es descuidada, paradójicamente esto le aporta cierto carácter al libro, un libro con todas las cualidades de ese ritmo desgarrado que es el punk: a veces desafinado, mal grabado, mal producido, pero sobre todo agresivo, eficaz, desafiante, directo, rítmico...
Sí, hasta los defectos se convierten en mérito en esta antileyenda escrita por David “Viola”, vocalista y guitarrista de I.R.A., y editado por el Fondo Editorial Ateneo Porfirio Barba Jacob.
Desde el primer párrafo se adivina el ritmo de esta historia, la historia de una banda con 22 años en escena y altísimos logros como el haber tocado en el legendario bar CBGB de Nueva York, cuna de los Ramones, y haber realizado un par de tours por Estados Unidos y otros países, entre muchos otros triunfos.
Con mucho humor –un humor que no es fino y sin embargo divierte-, con un ritmo ágil y decenas de historias que con voz propia nos cuentan las vicisitudes de una banda underground en Medellín, vamos de paso en paso por la vida de I.R.A., con anécdotas tan simples como ésta, sobre uno de los conciertos en la casa de Viola: “Lo único lamentable fue que un punkero al cual apodaban “Sospecha” se resbaló en un gargajo mientras bailaba en el pogo, metió un golpe en la cabeza contra el borde del marco de la puerta y le salió mero chichón, en el marco quedó un mechón de pelo pegado. En ese momento Kamel (que era un genio para colocar apodos, contar chistes e inventar frases) se inventó la célebre frase “pegó pelos”. Que hoy en día es reconocida a nivel internacional”.
Así, de una forma tan simple, nos vamos yendo, además, por lo que significa tener una banda de garaje en Medellín; es decir, los problemas para encontrar un ensayadero, que continuamente te echen a patadas, que la policía joda, conciertos en lugares estrechos, con mal sonido, y un largo etcétera. Y sin embargo seguir adelante, detrás de un sueño indefinible que no es ni convertirse en un rockstar ni en cualquier clase de celebridad, sino tocar, componer, provocar sensaciones. De alguna forma, se trata simplemente de Ser. “Ahí (en el concierto que ofreció I.R.A. en el teatro del Paraninfo de la Universidad de Antioquia en 2003) se demostró que el punk es cultura, o mejor dicho contracultura, pero en todo caso ES”.
Camus decía que la primera condición para ser un hombre rebelde era decir No. I.R.A., como banda, cumple esta condición. “Nuestra estética del NO, se traduce en la falta de fe y en la sospecha permanente heredadas del comportamiento absurdo de la sociedad. Nuestro NO es trascendental (...) Y aunque la palabra Punk sea sinónimo de Basura, no olviden que en la “basura” también se encuentran cosas valiosas”. Tan valiosas como el hecho de no sólo haber producido varios discos que cuentan las crónicas de dos décadas podridas en Medellín, sino también el de crear memoria a través de este libro, un verdadero libro punk.
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