Voy a decirles
algo, amigos músicos: publiquen sus canciones cuando estas signifiquen algo
para ustedes. Quiero decir: no dejen pasar mucho tiempo. Decanten, sí;
corrijan, sí; traten de que sea el mejor producto posible; pero no las dejen
añejar hasta el punto de la indiferencia. Porque las canciones, como los
escritos, llegan a un momento en que son un asunto del pasado, algo que quizás
ya no nos represente. Y cuando las publicamos, lo hacemos por cierta nostalgia
o curiosidad, pero no por el fuego que significó crearlas.
¿Me explico? Hay un
momento en que la canción, recién hecha, te hace sentir que es La Gran Canción
–quizás lo sea– pero nos quedamos esperando a El Gran Productor que la descubra
o a El Gran Estudio donde pueda ser grabada con la calidad que se merece, y eso
no siempre pasa. Y la canción se enfría, comienza a oler a naftalina, y cuando
alguien la escucha la presentamos como “un arrebato de mi adolescencia”, “una
rareza de los primeros días de la banda”.
Habrá unas que
pasen la prueba y otras que se queden en el camino, pero no habremos pecado de
reserva esperando y esperando. Todo esto lo entendió mejor el escritor
argentino Hernán Casciari, que hacía literatura en directo y que publica sus
cuentos recién escritos para recibir los comentarios cuando verdaderamente le importan.
Es decir, cuando lo que acaba de escribir significa todo para él.
Todo esto para
presentar el siguiente EP, que recoge algunas canciones viejas de la banda.
¿Por qué no las mostramos a la gente en su momento? Supongo que por esperar ese
gran productor del que les hablaba. O por creer que con el tiempo las
tocaríamos mejor, qué sé yo. Y con el tiempo nos dejaron de interesar, pasamos
a otras canciones, llegaron otros músicos y ya ni siquiera las tocamos, o rara
vez las tocamos. Y no entendimos que ese primer momento era el momento de esas
canciones, que ese sonido sucio y esa grabación regular era la forma en que
debían ser registradas, porque hay algo en el hálito inicial de las creaciones
que no se consigue luego. Hay un fuego interno en lo primigenio que a veces
vale más que el pulimiento o lo superproducido.
Por eso, ahora que
las vuelvo a escuchar, me gustan: porque son imperfectas pero honestas; torpes
pero originales. Sí, “son una rareza de los primeros días”, algo que no
representa el sonido de la banda ahora. Por eso debimos presentarlas así,
imperfectas, cuando recién las grabamos. Pero hay cosas que uno tarda años en
comprender.
En cualquier caso,
ahí están, y esperamos que las disfruten.