Quizás no nos fijamos bien, quizás en ese
entonces no habían tantas cosas que se llamaran Aluna, pero lo cierto que es
que cuando comenzamos a tocar y decidimos esta palabra kogui para nombrar
nuestra banda no pensamos que terminaría siendo tan popular –la palabra, no la
banda–, incluso para promocionar asuntos tan disímiles.
Ahora muchas cosas se llaman Aluna. De hecho,
hasta otras bandas se llaman Aluna. Una en Bogotá –Aluna Ashaá– y otra en
Miami, aunque no sabemos si todavía tocan. Hay cantantes de pop que se llaman
Aluna y una actriz coreana, que es el Aluna más popular en Youtube.
Y no solo eso. Hay ropa interior marca Aluna,
hay fundaciones con ese mismo hombre e incluso una película recién lanzada. Hay
un videojuego, basado en un comic, en el que la heroína se llama Aluna, hay
festivales de música ibídem y hasta una academia de reiki, esa técnica oriental
de sanación.
En fin. Si buscan en Facebook también
encontrarán muchos ejemplos. Personas que incluyeron el Aluna como parte de su
nombre –Cata Alunada, María Alunada, Aluna George– y otras cuantas bandas de
rock en otros países con este mismo nombre. Quizás al final de una intensa
búsqueda encuentren la nuestra.
¿Entonces por qué no cambiarnos de nombre? Lo
intentamos muchas veces, claro. Largas reuniones de discusión buscando cómo
llamarnos. Y pasamos por muchas opciones: Río tinto, Aguamala, Bipolar… Pero al
final, inevitablemente, volvíamos a nuestro Áluna (que en nuestro caso es con
tilde en la “a” aunque pocos lo pronuncien de este modo).
Los nombres representan, dan sentido. Las
cosas comienzan a existir cuando pueden ser nombradas. Y de tanto pronunciarlo,
de tanto tocar, de tanto ir por ahí llamándose Áluna difícilmente podríamos
encontrar otra palabra que nos represente. No es tan simple como cambiarla y ya.
No mientras nuestra música siga siendo la misma.
Es cierto que puede generar confusiones,
problemas de representación, incluso legales –en el hipotético caso de que la
banda traspasara fronteras–, pero ni modo: la palabra, de tanto estar en
nuestras bocas, nos gusta, significa cosas muy bonitas y va unida con lo que
hacemos.
Olvidé decir que hay prostitutas, finas o
baratas, que también se hacen llamar Aluna. Y quién sabe cuántas cosas más. Ya
nos da hasta risa. Pero si sirve de algo, si acaso marca una diferencia, nuestra
Áluna es esdrújula y las demás son graves. Y aunque muchas cosas puedan
llamarse igual, ninguna será como nosotros: una banda de rock perdida en un
barrio de Medellín que toca y toca y toca y toca…