
Ahora, me da la impresión, lo que anda de moda entre las bandas es decir que son indie, quizás porque les suena muy londinense, o tal vez porque les da cierto halo de rebeldes del mercado. Si a eso vamos, indie –que por antonomasia hace referencia a ser independiente, es decir a no ser la trabajadora barata de una gran disquera-, pues somos casi todos en Colombia, si hasta chucu-chucu indie debe haber.
Ah, claro, me dirán algunos críticos bebiendo cerveza en un bar, “indie es más un sonido, una puesta en escena, es ser básico y creativo, son las guitarra de Jene´s Adicction, la diablura de Björk, la actitud de Sonic Youth”. Vaya, si es así, entonces indie en Colombia hay muy poquito. Así que, digo yo, dejémonos de pendejadas, que lo que aquí se llama indie, en gran medida, son simples ganas de aparentar –insisto, les suena muy cool-. A lo mejor los verdaderos indie no se llaman de ningún modo. Dirán que hacen música, a secas, y eso está mejor.
Sin embargo, mi problema, a la larga, no es que con el indie, sino con esos rótulos inocuos que al final no aportan nada.